Los prismas son figuras geométricas muy interesantes y útiles en nuestro día a día y en las matemáticas. Podemos imaginar un prisma como un cajón rectangular o una caja, que tiene dos caras iguales en la parte superior e inferior, y unas caras laterales que conectan esas dos caras. Estos lados pueden ser rectos o curvos, pero en los prismas rectos, que son los que vamos a estudiar, todas las caras laterales son rectángulos o paralelogramos, y las bases son polígonos planos iguales y paralelos entre sí.
Una forma sencilla de entender un prisma es pensar en una caja de zapatos. La caja tiene una forma sólida, con seis caras, y si la miramos desde afuera, podemos ver sus caras planas y sus vértices. Lo importante de los prismas es que tienen una estructura muy estable y que podemos construirlos con diferentes formas de bases, como triángulos, cuadrados, rectángulos, entre otros. Por ejemplo, un prisma con base triangular es llamado “prisma triangular”, y uno con base cuadrada es “prisma cuadrado”.
Los prismas no solo sirven para aprender formas en matemáticas sino que también nos ayudan a entender cómo son objetos en la vida real, como puentes, edificios, cajas, latas de comida o juguetes. Además, estudiar los prismas nos ayuda a comprender conceptos importantes como los vértices, aristas, caras, y también a calcular su volumen y área. Esto es útil para saber cuánto espacio ocupan o cuánto material necesitamos para construirlos.
Finalmente, relacionar los prismas con otras figuras geométricas nos ayuda a entender mejor las propiedades de los objetos en nuestro entorno. Por ejemplo, si entendemos cómo calcular el volumen de un prisma, podemos saber cuánta agua o arena caben en una caja. La idea principal es que los prismas son figuras sólidas con bases paralelas y caras laterales rectas, y que podemos reconocerlos en muchas cosas que nos rodean. Aprender sobre ellos nos hace más observadores y nos ayuda a entender mejor el mundo tridimensional en el que vivimos.