El tema "Por una publicidad incluyente" nos invita a reflexionar sobre cómo los anuncios, carteles y mensajes que vemos en la calle, en la televisión o en internet deben mostrar a toda la gente sin excluir a nadie. La publicidad es como un espejo que refleja quiénes somos y cómo somos. Por eso, es importante que en ella aparezcan diferentes tipos de personas: niños y niñas, adultos, personas de diferentes colores de piel, con distintas capacidades físicas, edades, géneros y formas de ser.
Imaginen que un cartel solo muestra a niños con cabello rubio y ojos azules. Eso puede hacer que otros niños, que no tienen esas características, piensen que solo esas personas son las que importan o que solo ellas son bonitas. La publicidad incluyente es como una gran familia donde todos caben, sin importar cómo se ven, qué hablan o qué pueden hacer. Cuando en un anuncio vemos a alguien que se parece a nosotros, nos sentimos identificados y felices, porque vemos que también somos importantes.
Es fundamental entender que todos somos diferentes y que esas diferencias hacen que el mundo sea más bonito y rico. Por ejemplo, algunas personas usan gafas, otras tienen discapacidad en alguna parte del cuerpo, y todas tienen sentimientos y talentos. La publicidad que respeta y muestra esas diferencias ayuda a que todos nos sintamos aceptados y valorados. Además, si los niños y niñas aprenden a reconocer la importancia de la inclusión desde pequeños, crecerán siendo personas más respetuosas y solidarias.
Otra idea importante es que la publicidad puede enseñar valores, como el respeto, la igualdad y la amistad. Cuando los mensajes publicitarios son inclusivos, ayudan a eliminar prejuicios y a promover una sociedad más justa. Podemos pensar en ejemplos sencillos, como un anuncio en el que aparecen personas de diferentes colores, capacidades o edades compartiendo y jugando juntas. Eso muestra que todos podemos divertirnos y aprender sin importar nuestras diferencias.
Finalmente, como futuros lectores y consumidores de mensajes publicitarios, los niños y niñas deben aprender a observar y cuestionar lo que ven. Es decir, no basta con mirar una imagen bonita, sino también pensar si esa publicidad muestra a todos los niños y niñas de manera justa y respetuosa. Así, podrán ser críticos y crear sus propios mensajes que promuevan la inclusión, contribuyendo a un mundo más amable y diverso.